La compasión como refugio ante el sufrimiento

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¿Y si te dijera que la relación entre compasión y sufrimiento es inversamente proporcional? ¿Y que la compasión puede ayudarte mucho más de lo que crees a estar mejor contigo misma?

Créeme, llevo años experimentándolo en mí misma y en las mujeres que acuden a mí.

Hay situaciones dolorosas en la vida que, como su nombre indica, duelen.

Hoy vengo a confesarte dos trucos secretos infalibles para no experimentar dolor en esta vida:

-estar muerto

-no ser humano.

Probablemente te han decepcionado estos trucos, jeje. Perdona pero es que es así.

Antes de seguir, quiero que tengas el índice del artículo con los diez puntos que voy a tratar:

Índice:

  • El dolor es humano, todos los seres humanos sufren
  • El miedo a la compasión es el miedo a sentir
  • Dos secretos a comprender para sufrir menos más allá de la compasión
  • Dos cosas que puedes hacer para sufrir menos
  • ¿En qué consiste la compasión?
  • Compasión y mindfulness
  • Beneficios de la compasión.
  • La compasión integral.
  • La compasión necesita silencio y el silencio, tiempo.
  • Cómo practicar la compasión

 

El dolor es humano, todos los seres humanos sufren

Hay personas que no sufren porque han apagado su capacidad de sentir dolor o sufrimiento pero también placer…

Y eso para mí es estar medio muerto en vida o ser un robot más que un humano.

Y es muy loable esa solución porque seguramente haya asegurado la supervivencia que es lo más importante, lo primero que necesitamos satisfacer.

Pero tú, aquí y ahora, ¿quieres vivir sin sufrir (o sea, sobrevivir) o quieres realmente vivir?

Pues hoy quiero hablarte de qué puedes hacer para no añadir sufrimiento a tu dolor. Porque el dolor es inevitable, el sufrimiento opcional.

El miedo a la compasión es el miedo a sentir

Realmente no hay peligro en el sentir. Cuando sentimos las emociones, estás pueden moverse en vez de quedarse enquistadas en nuestro interior. El sentir no nos paraliza ni nos estanca. Puede detenernos temporalmente para luego aligerarnos y poder caminar más libremente.

Sin embargo, cuando reprimimos sentir las emociones y no nos damos espacios para acogerlas y acogernos con ellas, es cuando ‘crece el monstruo en nuestro interior’ y nos da finamente más miedo.

Y al final tenemos fobia a sentir por si no podemos controlar nuestras emociones sino ellas poseernos a nosotras.

Trabajo cada día con personas que han de superar duelos muy duros como la pérdida de algún familiar, un embrión o la pérdida de alguna capacidad importante como la de ser madres o caminar. Convivo por ello con seres humanos que viven experiencias duras y grandes dolores y les ayudo a afrontarlo de la mejor manera posible.

Dos secretos a comprender para sufrir menos más allá de la compasión

Y tras mi formación y experiencia, ahora sí que te quiero confesar dos secretos sencillos que quizás te ayuden si tú estás en uno de estos momentos duros de la vida. Son sencillos pero esenciales:

  • Todo pasa.
  • Todo se soporta.

O lo que es lo mismo:

  • Esto es temporal y no va a ser igual de doloroso en un tiempo aunque ahora te cueste verlo
  • Y tú eres mucho más fuerte de lo que crees y más fuerte aún que te haces por el camino para soportar lo que hoy quizás te parezca insoportable.

Dos cosas que puedes hacer para sufrir menos

Y hoy vamos de pares. Quiero decirte dos cosas también sencillas en apariencia pero no tanto en la práctica que están en tu mano para ponerte el camino más fácil y no añadir sufrimiento a tu dolor:

  • Dejar de juzgarte
  • Tener compasión por ti misma

Dejar de juzgarte en el sentido de creer que deberías estar de una forma diferente a la que estás o hacer algo diferente o haberlo hecho en el pasado o que deberías estar segura al 100% de lo que haces…  Dejar de juzgar es dejar los deberías, escucharte y observarte con neutralidad amorosa y dejarte en paz.

Repito.

Dejar de juzgar es dejarte en paz. Dejar de examinar y poner nota a tus decisiones o tus emociones o tus actos y empezar a decirte: vale, está bien así, con eso vale, ok.

Y tener compasión por ti misma es reconocer que estás jodidilla si es que lo estás y abrazarte tú misma y darte consuelo y alivio sin exigirte nada.

¿En qué consiste la compasión?

La compasión es el comportamiento que se dirige a eliminar el sufrimiento y a crear el bienestar de aquel que está sufriendo. Se basa en la empatía, en poder reconocer el sufrimiento ajeno.

Pero también es necesaria la autocompasión que no tienen nada que ver con la autocomplacencia. Y para ello, uno ha de tener empatía consigo mismo, comprenderse como comprendemos al otro.

Tener compasión por ti misma es permitirte tomar el tiempo necesario para recomponerte. El dolor, la tristeza, conlleva normalmente aislamiento para fomentar la reflexión y el transitar natural del duelo. Déjate el espacio necesario y haz contigo lo que harías con alguien a quien quieres. Háblate bien, mímate, trátate con amabilidad.

Compasión y mindfulness

La atención plena o mindfulness dice: “nota el dolor”. La auto-compasión o selfcompassion: dice “date mucho cariño en medio de dolor”

C. Germer

La autocompasión no es más que una manera de cultivar una actitud amorosa hacia nosotros mismos cuando las cosas no salen como esperábamos. 

Se trata de dejar de querer cambiar las cosas y amarse a uno mismo ahora sin más reconociendo el dolor y abrazándose uno mismo en medio de él. Tiene un efecto terapéutico beneficioso en la  vergüenza y la autocrítica, pero de ello voy a hablarte ahora mismo.

Beneficios de la compasión.

Te aseguro que siendo la situación exactamente la misma, si tú cambias, te dejas en paz y te tratas con amor, vas a sufrir menos.

Y lo mereces.

Nada ha cambiado, solo yo he cambiado. Por tanto todo ha cambiado.

Marcel Proust.

De esto es lo que hablo cuando digo ponernos el camino más fácil.

Así mismo, la compasión nos hace más humanos y más capaces de conectar con los demás a un nivel más profundo e íntimo.

Y nos libera en gran parte de la vergüenza, la comparación, la autoexigencia y todas esas actitudes que solo nos estresan y nos dañan.

Ahora bien, ¿eres capaz de dejar de juzgarte y empezar a cultivar la compasión hacia ti misma?

La compasión integral.

Me parece importante señalar que la compasión verdadera requiere una buena integración de lo femenino y lo masculino, como señala Belén Giner.

La compasión que es el autocuidado máximo no es solo el tratarnos con esa energía femenina nutritiva de cariño y afecto y cuidarnos, sino también convocar a esa parte masculina que dice basta a lo que nos sienta mal, pone límites y toma acción.

En este sentido, la compasión no está reñida con la rabia ya que no está reñida con ninguna emoción sino que las acoge todas, las sostiene y las deja partir cuando están preparadas para marcharse. La rabia, de hecho, muchas veces nos conduce hacia destinos mucho más compasivos con nosotros mismos que la resignación.

Y es que la compasión no es resignación; es reconocimiento de la realidad actual y de nuestro estado ante esta realidad y comprensión y acogimiento de todo ello. Y después de este proceso, muchas veces viene la acción natural de decir no a lo que nos sienta mal y sí a lo que es bueno para nosotros, y esta acción que parte de la compasión nos la trae nuestra energía masculina tan necesaria.

Por tanto, para que la compasión sea efectiva se necesita una buena dosis, integración y trabajo en equipo de ambas partes, femenina y masculina.

La compasión necesita silencio y el silencio, tiempo.

Y para terminar quiero señalar que solo podemos ser compasivos si somos conscientes de cómo nos estamos sintiendo y de cómo nos estamos tratando. Y para ello, es necesario parar.

Si no detienes por un momento el ritmo frenético de tu mente con todos sus deberías y podrías, no puedes escuchar tu dolor y mucho menos, acogerlo con afecto y cariño. La ternura, el calor, la dulzura necesitan su tiempo. Son de ritmo lento.

Dice la famosa oración:

Señor dame serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, valor para cambiar las cosas que puedo cambiar y sabiduría para encontrar la diferencia entre ambas.

Y a esta sabiduría que nos permite discernir sobre qué podemos influir de aquello que solo podemos aceptar, se llega con la calma.

Date un respiro y encuentra tu espacio.

A veces sencillamente no podemos ser compasivas con nosotras mismas porque no paramos ni nos damos tiempo. Así de simple.

Quiero compartirte la canción de Izal que se llama Pausa por si te toca como a mí y te invita a parar y reconocer tu ritmo natural para sentir y asimilar:

Pausa

Cómo practicar la compasión

Y por último, no pretendas empezar a ser compasiva contigo cinco minutos al día y creer que ya nunca más te vas a fustigar ni tratar mal.

La compasión no es la meta, es el camino, una forma de entender la vida y decidir tratar a los demás y a uno mismo.

Por ello, quiero proponerte, empezar a tomar conciencia de cómo te hablas y tratar de hacerlo con más compasión. Aquí tienes una entrada en la que hablo de ello:

Palabras que hieren o palabras que nutren

Y para ponértelo más fácil (que es lo que más me gusta), te comparto aquí esta meditación guiada de la compasión para que la practiques frecuentemente sobre todo si estás sufriendo especialmente en este momento.

Me despido con un fuerte y cálido abrazo acogedor y tierno tierno, como yo, jiji (Beatriz Tierno Tierno, por si no lo sabías)

 

Beatriz

 

PD: Y aquí te dejo algunos enlaces muy interesantes acerca de la compasión por si quieres seguir profundizando.

https://lamenteesmaravillosa.com/la-compasion-abre-corazon-nos-mas-felices/

https://www.menteyemociones.com/belen-giner-terapeuta-gestalt/

http://www.psicoterapeutas.com/Tratamientos/compasion.html

 

No eres un «ser» separado sino un inmenso e ilimitado océano. Pensamientos, imágenes, sensaciones, sonidos… son olas moviéndose a través de tu infinita presencia. No son tus enemigos, sino tus acompañantes más íntimos.

Ninguna ola, independientemente de lo intensa que sea, puede dañar el océano.

Cada ola te recuerda tu naturaleza.

Sé lo que eres… oceánico.

Jeff Foster

beatriz

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